El
grave y profundo sonido de unos motores no presagiaba nada bueno, en
el horizonte se podía vislumbrar la silueta de varios helicópteros
que, sin prisa pero sin pausa, se acercaban a la inmortal Girona.
Nerviosismo en las autoridades locales y entre los independentistas
de pro. La alcaldesa a punto de convocar un gabinete de crisis y las
comunicaciones con Bruselas echando humo. ¿Puigdi que hacemos? Nos
invaden los españoles. Tranquilos Europa está con nosotros. Para
calmar a la población la alcaldesa emite un Twit tranquilizador:
Al
matí retirem simbologia franquista al Pont de l'Aigua entre Girona i
Sarrià de Ter. A la tarda ens trobem amb això. N'està al cas, la
@SubGobGirona?
Què pretenen? És aquesta una manera d'avisar-nos, @miqueliceta?
#diàlegsuigeneris
#conduintperladreta
@JuntsXCat
Algunos
de los más convencidos independentistas de la ciudad, después de
leer el twit, corrían despavoridos por los pasillos de sus casas,
con cacerolas en la cabeza y escobas como lanzas, eso sí con un lazo
amarillo, gritando: “Esto es la guerra, nos invaden los
castellanus”
Caos,
desolación, acopio de víveres, ¡¡La apocalípsis!!... Pero no, no
era nada de todo eso; ni invasión, ni represión, ni nada de nada,
tan solo unos helicópteros del ejército que tras unas maniobras en
Francia volvían a su base y hacían una parada en el aereopuerto de
Girona para repostar.
Me
cachu en tot, ahora que íbamos a salir en todos los telediarios, con
nuestra alcaldesa con traje de campaña y casco, de diseño por
supuesto, y Puigdemont desde Waterloo, manda cojones, planificando la
defensa de la ciudad con sus mariscales, va y resulta que tan solo
era eso, una parada técnica de seis helicópteros. Otro día que
pasa y somos menos mártires. Cuando todo estaba de cara; el día 1
de octubre a cuatro días, helicópteros sobrevolando la ciudad,
barricadas en las calles, la armada gironina, con sus pelícanos
rosas y unicornios de colores, navegando por el Ter y el Onyar... se
nos desmorona todo, volvemos al provincianismo de siempre y, como
siempre, no pasa nada.
Ahora
esperamos que nuestra alcaldesa pida disculpas y que todos los que
llenaron Twitter y Facebook de tonterías reconozcan su error, pero
no será así. Los enamorados de las conspiraciones tendrán que
esperar a otra ocasión y sobretodo después del twit de la
subdelegación del gobierno aclarando la situación:
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