4 d’octubre del 2017

Caspa, orangutanes y políticos


Estamos viviendo unos días convulsos, unos días en los que el más rancio patriotismo que siempre aflora avivado por la casposa España profunda, ha vuelto a revivir a sus más siniestros personajes.
La España de legionarios de pelo en pecho, la de guardias civiles de frondoso mostacho o la de policías fornidos, con más pinta de gladiadores galácticos que de defensores del pueblo.
Esa España que odia a Catalunya, pero no quiere que se vaya, esa España que le grita a Piqué “Piqué cabrón España es tu nación” y después le incita a que se marche a su país.
Esa España que despide a Guardia Civiles que, teóricamente van a proteger a ciudadanos, al grito de “a por ellos” como si marcharan a la guerra.
Esa España en la que los policías que son enviados para salvaguardar la integridad de los ciudadanos, los muelen a palos y después en un alarde de patriotismo gritan “yo soy español...” tal y como lo harían combatientes de guerras inútiles, cómo Afganistán, Irak..., después de una victoriosa batalla. Esa España es la que el jefe del estado, el máximo garante de la unidad de todos los pueblos, dinamitó definitivamente cualquier esperanza de entendimiento al tomar partido, al no ser lo suficiente hábil para pronunciar palabras que pudieran apaciguar las aguas.
Cual pirómano poseído por el espíritu de los más radicales miembros de la derecha, llámense Hernando, Maillo..., añadió más gasolina al fuego al no hacer ni una mínima mención de los heridos por las cargas policiales o haciendo un guiño utilizando el catalán.

Fue un discurso dirigido a la derecha, en contra de una gran parte de los catalanes, el odio de los Borbones hacia Catalunya siempre ha sido patente, y lleno de amenazas y reproches. Está claro que el presidente del gobierno no da la talla ni para bedel del Congreso, pero el jefe del estado ha demostrado que no está preparado para mediar en una de las crisis más duras que padece el país. Europa está alucinada con los hechos acaecidos en los últimos días, y los actores de esta vergonzosa historia no hacen más que avivar el odio. Siéntense a dialogar, aparquen sus egos y si no tienen la suficiente preparación para llegar a un acuerdo, que no la tienen, dejen que un tercero medie en el conflicto. Señores Rajoy y Puigdemont, ustedes ya no sirven para solucionar el problema y el que debía mediar ha demostrado, al tomar parte, que tampoco está capacitado, por lo tanto, pónganse en manos de Europa y solucionen ese problema político, que su inoperancia está convirtiendo en jurídico, antes de que los daños sean irreparables.